Llevaba mucho tiempo preguntándome de dónde provenía mi afición a la lectura y sobre todo a la escritura. Siempre he tenido la inquietud de escribir cosas, y nunca me había atrevido a compartirlas, quizá por este motivo no he desarrollado más esta afición. Con el paso del tiempo he descubierto que esta afición proviene de mi madre.
Hasta hace no mucho, mi madre era la típica ama de casa de aquella generación de niños que tuvieron su infancia en la época de la post-guerra, y que luego fueron los padres de las númerosas familias de los años sesenta y setenta: ellos trabajando fuera de casa, y ellas cuidando de los niños y de la casa. Ellos con alguna oportunidad de formarse y ellas con prácticamente ninguna.
Pero resulta, que una vez jubilados mis padres, a mi madre le da por escribir, pintar, dibujar... y yo a la vez, leyendo sus escritos, viendo sus pinturas y dibujos descubro una persona con una sensibilidad extraordinaria, y una enorme capacidad de expresión, que le permite afrontar la vida desde un punto de vista positivo y optimista.
En el fondo, ella nos está dando una lección a todos nosotros, que hemos podido estudiar, trabajar y desarrollarnos. Esa lección consiste en que hay que compartir, compartir con los demás en el más amplio sentido de la palabra. Compartir las alegrías, las penas, las inquietudes... las emociones. Que compartir hace que la vida sea más llevadera y feliz.
Por eso, por fin me he decidido a crear este espacio, este rincón cotidiano en el que atreverse a compartir. "Tuyo sí, mío no" nace con esta filosofía, la de compartir con todos vosotros las pequeñas cosas de la vida cotidiana, las verdaderamente importantes. Algunas veces con la simple narración de lo que nos ha pasado en el día, y otras a través de escritos, pinturas o dibujos, que en el fondo son la expresión de nuestra experiencia vital.
Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros.