viernes, 24 de enero de 2014

Nostalgia

Pero esta vez, ella lloró. Recordaba cuando entró en el restaurante y al verla cortando unas cebollas, le dijo que ese era la única cosa por la que se podía llorar. Luego el sexo furtivo, el amor, los hijos, muchos momentos felices y otros algo más difíciles, pero siempre  una inmensa ternura y ni una lágrima derramada. Ni siquiera cuando su enfermedad le hacía no recordarla . Y ahora delante de su tumba, rodeada de los suyos, no lo pudo evitar: lágrimas de gratitud rodaron por sus mejillas, y mientras se recogía el pelo susurró al viento un último te quiero.