viernes, 21 de febrero de 2014

Sucesos vitales

Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial. Su navaja nacarada. ¡Cuántas tardes de verano tallando figuritas de madera en el corral! Mientras mamá y las tías veían pasar el tiempo parloteando, él combatía el calor con una buena limonada. ¡Y vuelta a tallar!. Luego aparecía la Juani, hermosa y exuberante, y él se quedaba embobado mirándola.  Y así tarde tras tarde, todos los días. Hasta el mes pasado, que la Juani, por apresurada o nerviosa, se acercó demasiado y tropezó, clavándose la navaja y falleciendo en sus brazos. Y él, entre aturdido y asustado, supo en ese mismo instante que ya nunca volvería a ser un niño.

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