sábado, 17 de noviembre de 2012

TRAICIÓN

Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto. La obscuridad de la noche apenas me permitía distinguirla. Creí ver su silueta deslizándose hacia la sala de las obras más valiosas. Con cada latido, mi respiración se entrecortaba, mientras contaba hasta treinta. Sentía como mis manos temblaban cuando llegó el momento. Pulsé el botón y nada ocurrió. Iba a pulsarlo con más fuerza, cuando me sobresaltó el estruendo de unas sirenas y el deslumbramiento de unos focos mientras alguien gritaba que levantase las manos. Allí estaba ella, mirándome con una sonrisa de triunfo en su rostro: tan hermoso y atractivo su cuerpo, como despreciable y traicionera su alma.

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