miércoles, 26 de diciembre de 2012

Deliciosas magdalenas


Bueno, pues en estas fechas de estar calentito en casa, acurrucadito con la familia, dejando llenarse el espíritu de ese yo que sé especial y deseando que dure todo el año, siempre hay alguien qué te saca del letargo y que dice: ¿y si os hago unas magdalenas? Si es que la quiero con locura y eso que cuando nos casamos no hacía magdalenas.

Deliciosas magdalenas
“No, claro que no queremos perdérnoslo”. Los niños seguían mirando con ilusión. “¿Por qué mamá llama a las magdalenas con ese nombre tan raro?”. En la mesa de la cocina aquella mezcla deliciosa preparada. “¡Crema de mantequilla! ¿Nos dejarás chuparnos los dedos?”. Con una sonrisa, la madre apaga el horno y juntos se ponen a adornar. Luego más sucios que limpios, tienen que dejar enfriar, así que abren la puerta de la cocina y se van. Pero al cabo de un poco los niños regresan sigilosos, y uno de ellos, alargando su mano me da el primer mordisco.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Bochorno adolescente


Bueno, pues como os prometí la semana pasada, el micro-relato de esta semana es un poco diferente a la línea que venía siguiendo. Espero que os guste.

Bochorno adolescente.
“¡Con cuidado para que no se les caigan los alfileres!”. Así fue como el sastre, de aires amanerados, le dijo a mi prima Puri que se probase el vestido de novia. Pese a mis protestas, mi madre me había obligado a soportar aquel bochornoso espectáculo. “No tengo con quién dejarte”, me había dicho. ¡Ni que fuera tan pequeño!. Tras toda la tarde allí sentado, pensando qué decir a mis amigos, fue cuando a mi prima Puri se le cayeron los alfileres, y yo, entre avergonzado y sorprendido, pude ver por fin mi primer par de tetas, mientras mi madre trataba de taparme los ojos.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Vacaciones de Verano (I)

Ya, ya sé que estamos acercándonos al invierno, pero por eso mismo quiero compartir con vosotros esta pequeña historia que transcurría todos los veranos. Esta semana os dejo la primera parte.

Vacaciones de Verano (I)

Recuerdo con nostalgia, cuando de pequeño se acercaba la época de las vacaciones de verano. Un par de semanas antes de terminar el colegio ya estaba pensando en ellas, y un cosquilleo en la boca del estómago hacia que no pudiese conciliar bien el sueño. Mis vacaciones eran las más especiales del mundo. Especiales no sólo por el lugar al que íbamos y por lo que allí hacíamos, si no también por el emocionante viaje con el que empezaban. Yo siempre presumía ante mis amigos, que mi viaje era el más largo de toda la clase.

Al día siguiente de terminar el colegio,  nos íbamos, y recuerdo a mi madre pasarse todo el día poniendo lavadoras, tendiendo ropa y planchando, con una vieja plancha de acero. Podía pasarme horas viéndola allí, con aquel aroma entre a limpio y lavanda que nos acompañaría todo el mes. Mientras tanto mi padre dejaba preparada su vieja maleta, de color gris oscuro y tamaño familiar. Allí meteríamos la ropa de los tres para un mes de vacaciones: la de mi padre, la de mi hermano y la mía. Era mágico el momento en el que mi padre metía y metía cosas dentro y por muy llena que la maleta estuviese, siempre cabía algo más.

Por la tarde, nos daban un buen baño, ropa limpia, y a cenar. Llegado el momento nos despedíamos de mamá y nos íbamos andando camino de la estación. “¡Fíjate, ya es casi de noche!”, le decía a mi hermano sin casi poder contener la emoción. Cuando la luz del faro del tren expreso, procedente de San Juan de Nieva, hacía su aparición a lo lejos, pensaba que el corazón se me iba a salir por la boca. Detrás del faro aparecía la vieja pero compacta y robusta locomotora, de color verde y amarillo, con su resoplar metálico, tirando con fuerza de una corta serie de vagones, que sabíamos más adelante se haría inmensa. El coche litera, el coche restaurante, el coche de primera, y el coche turista: “¡El nuestro!”. Creo que hasta mi padre se ponía nervioso para subir.

Al entrar en el vagón, un estrecho pasillo al lado derecho y en el izquierdo las puertas de los compartimentos. “¡Aquí, aquí papá!” decía mi hermano. “¡Este es el que nos toca!”. Los compartimentos con sus ocho asientos de escay azul, tenían las paredes forradas de madera, con algunas fotografías en blanco y negro de lo que yo suponía eran ciudades por las que pasaríamos. “¿Nos ha tocado ventana?”, preguntaba yo. Que nos tocase ventana era muy importante no sólo porque nos permitiría ver las distintas, sino porque bajo la ventana había colocadas estratégicamente dos mesitas plegables, sobre las que poder jugar y, llegado el caso, dormir si el compartimento iba muy lleno.

Una vez acomodados el tren iniciaba su marcha puntualmente a las diez de la noche. La primera parada sería en la estación de Oviedo, donde enlazaríamos con el expreso procedente de Gijón, formando, ahora sí, una sucesión infinita de vagones. Luego la subida al puerto Pajares, y aunque mi hermano y yo teníamos la secreta esperanza de permanecer despiertos, para por fin saber el número de estaciones por las que pasábamos, siempre nos despertábamos sobresaltados con las voces de un hombre que se desgañitaba a vender bocadillos, cervezas y coca-colas. ¡Habíamos llegado a la estación de León! ¡Eran las dos de la madrugada y nosotros estábamos despiertos!.

Qué estación más grande y deslumbrante la de León, y ¡ cuánta gente y de cuantos tipos diferentes!. “¡Fíjate, fíjate en aquel!. ¡Se ha bajado a comprar algo y como se descuide va a perder el tren!”. Nuestra inocencia no nos dejaba entrever que el hombre que vendía los bocadillos y las bebidas en el tren lo hacía a un precio bastante más caro que si te bajabas y comprabas algo en la cantina. Ya más tranquilos era cuando nos fijábamos que en el compartimento había un para de personas más, comiendo algún tentempié. Y cuando mirábamos a mi padre, le veíamos abriendo una bolsa donde mamá nos había dejado unos bocadillos de chorizo y un termo de agua.

Luego, el silbato del jefe de estación, la sirena del tren y de nuevo el lento resoplar de la pesada maquinaría. Pese a nuestros esfuerzos, poco a poco el traqueteo nos iba meciendo en un profundo sueño, y no era hasta llegar a Medina del Campo o Arévalo que la luz del amanecer nos despertaba. Y allí era donde yo realmente me quedaba fascinado, entre destemplado y dormi-despierto, viendo surgir una inmensa bola naranja de la lejanía de  interminables campos de girasoles. “¿Cuantas pipas sacarán de aquí?”

Al acercarse a la estación de Ávila, el tren aminoraba su marcha, y mi padre aprovechaba para tratar de peinarnos reflejados en el cristal de las fotografías en blanco y negro que adornaban el compartimento. ¡Y por fin habíamos llegado! “¿Cuántas horas de viaje llevamos, papá?”. “Nueve” nos respondía él. “¡Nueve horas!. Mis compañeros de clase no se lo van a creer. ¡Y todas de noche!”, pensaba yo emocionado. Pero el viaje todavía no había terminado

Angel 10/12/2012

jueves, 6 de diciembre de 2012

Miedo

El micro-relato de esta semana sigue en la tónica oscura y catastrofista que me está saliendo ultimamente . Prometo algo diferente la próxima vez.

MIEDO

“Antes de que vuelva papá tenemos que haberlo recogido todo”, dije a mi hermano apresuradamente. Si no papá se enfadaría. “¡Corre, ves echando dentro del baúl!”. Cuando papá entró en la habitación todo estaba ordenado. Sólo la pistola y el teléfono de policía asomaban bajo  la cama. “Lo siento”, dije mientras trataba de alcanzarlos. De un empujón, él me apartó, y yo solo pude coger el móvil. Entonces, pistola en mano, quiso hacer su maldita broma. Pero esta vez un estruendoso sonido se oyó en la habitación.  Mientras llamaba al 112, tranquilizaba a mi hermano diciéndole que ahora viviríamos mejor.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Separaciones

Déjala a ella que sea pájaro y conviértete en el aire que sustente su libertad. Déjala a ella que sea león y conviértete en la tierra en la que crezca su espíritu. Déjala a ella que sea delfín y conviértete en el mar en el que navegue su vida. Déjala a ella ser, porque solo siendo se aprende a vivir, y solo viviendo se aprende a ser. “Papá ¿estás enfadado?”. ¿Enfadado? No. Sorprendido de no saber dónde estaba yo mientras ella estaba creciendo. Y al darle un abrazo cariñoso, mirando la foto de su madre, me preguntaba qué otras cosas me habría perdido.

sábado, 17 de noviembre de 2012

El Misterio de la Casa

Dado que este espacio está dedicado a compartir con vosotros las cosas que nos ocurren, aquí os dejo la primera historia que Alvarito, ha escrito con ocho años.  Le hemos pedido permiso y muy responsable nos ha dejado colgarlo.


EL MISTERIO DE LA CASA

Érase una vez unos niños que no encontraban a su abuelo. Miraban y miraban pero no lo encontraban, y encontraron un pasadizo secreto, pero no podían ir porque su madre les estaba llamando. Cuando se fueran a dormir irían. Cogieron la linterna y se fueron con una pistola de su padre. Se encontraron con ogros, bichos venenosos y muchas cosas más.

Cuando llegaron al final del pasadizo había una puerta y no les dejaba pasar hasta que descifraron su código. Cuando lo destrizaron se encontraron una cabaña- Dentro de la cabaña se encontraron una llave, pero no sabían para que servía. Se encontraron un árbol y había una ranura. Metieron la llave y había una especie de tobogán y acabaron en un jardín que no conocían.

Y allí estaba el abuelo, con su perro, leyendo un periódico, sentado en una silla de madera, y los niños se alegraron de verle y le dieron un beso


Alvaro
Octubre 2012

ODIO

Odio, es un segundo micro-relato que comienza igual de traición. Fue una idea que me pasó por la cabeza y que no he podido evitar publicar.

ODIO

Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto. Era la señal: el vil y cobarde asesino está al acecho en la oscuridad de la noche. Su método: el despreciable tiro en la nuca. “¡Hijo de puta! No te saldrás con la tuya”. La víctima salió del coche. Sentí su miedo desde la distancia, y pude escuchar la respiración acelerada del asesino. Pensé en la familia del hombre, sus hijos, su esposa. Cargué el arma, me acerqué a él y con un rápido movimiento le encañoné: “no te muevas hijo de puta”. Lloré al ver como apenas un niño, me traspasaba con una mirada de profundo odio

TRAICIÓN

Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto. La obscuridad de la noche apenas me permitía distinguirla. Creí ver su silueta deslizándose hacia la sala de las obras más valiosas. Con cada latido, mi respiración se entrecortaba, mientras contaba hasta treinta. Sentía como mis manos temblaban cuando llegó el momento. Pulsé el botón y nada ocurrió. Iba a pulsarlo con más fuerza, cuando me sobresaltó el estruendo de unas sirenas y el deslumbramiento de unos focos mientras alguien gritaba que levantase las manos. Allí estaba ella, mirándome con una sonrisa de triunfo en su rostro: tan hermoso y atractivo su cuerpo, como despreciable y traicionera su alma.

FUEGO Y FRÍO


Os tengo que contar que últimamente me ha dado por escribir algunos micro-relatos, e incluso me estoy atreviendo a hacerlos participar en algún concurso. Así que los iré compartiendo con vosotros.

El primero que hice se llama Fuego y Frío, y me salió así tal cual. Debo aclarar que fue escrito antes de la desgracia del Madrid Arena, así que por favor, nada tiene que ver con ese suceso, y espero que nadie se sienta molesto por la historia, ha sido una casualidad.


FUEGO Y FRÍO

- ¡A la cola, como todo el mundo! - El aire irrespirable, el calor insoportable, los ojos me escocían. Allí estaba aquella harpía, bloqueando la salida, tratando que todos nos pusiésemos en fila india, exigiendo calma en medio del pánico.

Un empujón inocente hizo que perdiese el equilibrio, un golpe en la nuca le hizo enmudecer. Rígida y fría entre aquellas llamas. Empujé las puertas con todas mis fuerzas, me dejé inundar por el aire fresco de la madrugada, mientras a mi espalda sentía el miedo de los que seguían dentro.

Y escapé, escapé corriendo hacía ninguna parte, preguntándome que era lo que había sucedido.

sábado, 25 de agosto de 2012

El Colchón Familiar

Trabajo nos dice que para acceder a la ayuda de 400€ ahora hay que mirar "el colchón familiar". Y yo me pregunto que será eso, o a que se refieren estos señores.

Estoy seguro que ni se referirán a que tu padre y tu madre realicen la función de protección que debe hacer el Estado. Ni que tampoco un señor que está trabajando, y que paga su cotización y sus impuestos religiosamente, tenga que cubrir una ayuda a unas personas que son sus hijos, sin ningún tipo de desgravación fiscal. ¡ Al menos cuando eran pequeños, se podía desgravar!

Supongo que tampoco están pidiendo que los abuelos, que ya de por sí realizan una gran labor social cuidando nietos gratuitamente, además financien a sus hijos. O lo que es peor, que un hijo que esté solicitando la ayuda de dependencia por sus padres, les tenga que pedir dinero.

Se me ocurren medidas de ahorro mucho mejores: podíamos quitar los hospitales y cuando nos ponemos enfermos ir a casa de nuestros padres, y que nuestra madre nos cuide a base de remedios caseros. O a lo mejor podemos hacer que solo un miembro de la unidad familiar vaya al colegio y que enseñe al los demás de la casa. Sanidad y Educación arregladas en un plis plas!

 ¿Saben qué les digo señores políticos?  Renuncien ustedes a su sueldo, sí renuncien. Seguro que así cuando hicieran tonterías tan grandes como estas, los ciudadanos nos podríamos consolar pensando que aunque sean una casta de caraduras, estafadores mentirosos, sin cualificación en la mayoría de los casos para desarrollar su trabajo, al menos nos destrozan el país gratuitamente (¿lo pillan?) Además seguro que así se ahorraba un montón de dinero

Por cierto, si ven que así no les llega a fin de mes, llamen a sus padres, y diganles que miren en el colchón familiar, y que les dejen prestado, si quieren, claro.

martes, 7 de agosto de 2012

Soy Ingeniero.

Pues sí,  mal que a algunos les pueda pesar, no sé bien por qué motivo, yo soy Ingeniero. Creo que hay veces que nuestra profesión no se valora, quizás por desconocimiento, quizás por ignorancia, nunca por maldad. Somos uno de los colectivos con una capacitación más dura, a los que se les exige mantener un alto grado de versatilidad, a la vez que un conocimiento profundo de los temas que tocan. Nadie nos forma, nos formamos. Siempre nos exigen un ciento veinte por ciento, pero no se esfuerzo sino de un activo mucho más valioso: creatividad.

Por eso para aquellos que no conocen nuestra profesión más allá del hecho de que trabajamos en una oficina (gran error porque el ingeniero siempre esta trabajando) os escribo lo que para mí define el trabajo de un ingeniero.

Ingeniar es el arte de apañárselas uno mismo frente a cualquier cosa. Es el arte de avanzar por donde antes nadie ha marcado el camino. Es el arte de convertir ideas en realidades, el arte de imaginar y construir ingenios. Es el arte de hacer simple lo complejo, de hacer facil lo difícil. Ingeniar es el arte de moverse en los limites de tu conocimiento, es el arte de saber hacer algo sin que te lo tengan que enseñar, porque es hacer lo que nadie ha hecho antes. Ingeniar es en definitiva creatividad en estado puro.

Por eso me hice Ingeniero, por eso soy Ingeniero y por so me moriré Ingeniero. Porque disfruto con mi trabajo, pero sobretodo amo mi profesión. Valorar al Ingeniero como se merece sería el reconocimiento a una profesión que exige un proceso creativo constante mas allá del conocimiento, día tras dia durante toda una vida profesional. No hacerlo es un gran error. Como Ingeniero que soy así lo creo.

viernes, 22 de junio de 2012

La música

La música siempre ha tenido un efecto positivo sobre el ser humano. Nos alegra y nos acompaña, y en tiempos difíciles nos ayuda a estar mejor, a sentirnos mejor. Pero cada uno debe interpretar qué es la música, entenderla y utilizarla como quiere. Durante estos días, por muchos motivos, todos alegres, así la he entendido yo.

Música para vivir

Música que me hace olvidar,
música que me hace sentir,
música para volver a vivir,
música para no dejar de amar,

Eso eres tú: música.
Eso soy yo: música.
Juntos escribiremos estos versos,
y juntos viviremos nuestra canción.

Esa es la magia de la música,
esa es la magia de nuestra unión,
convertir el silencio en palabras,
vencer el odio con nuestro amor.

Música que me hace sentir,
música que me hace vivir
no dejes de sonar,
mi vida te la dedico a ti.

Angel 22/06/2012